Por Carlos Muñoz Escobar:
El pasado sábado, aproximadamente setenta personas del colegio fuimos los afortunados de visitar la exposición del artista Klimt, un pintor de finales del siglo XIX, de quien exponen sus obras en el Matadero de Madrid.
Nada más llegar nos recibió la lluvia, la cual fue tremendamente bien recibida para frenar el calor que presagiaba el “hombre del tiempo”.
No pudo ser más perfecto, ya que con sólo quince minutos de lluvia descendió la temperatura cuatro o cinco grados. A las 12.30 exactamente pasamos a la exposición, la cual tuvo tres salas especialmente interesantes.
En la primera de ellas entramos una macro sala en las que proyectaron en las cuatro paredes, suelo y techo, un juego de luces y sonidos absolutamente espectacular; con perdón, nada tiene que ver a lo que se hace en la Puerta de Bisagra todos los años. Es ahí donde comprendimos lo que significaba “experiencia inmersiva” que decían los carteles de la exposición.
En la segunda sala disfrutamos de una doble experiencia; un fotomatón en el que la imagen se convertía en los dibujos tradicionales de Klimt, sencillamente brutal.
Y algo que no habíamos visto nunca y encantó a todos los que estábamos. Se trataba de dibujar un zepeling que al pasarlo por una máquina de luz se reflejaba en la pared, como si fuera un video.
Y una última en la que te colocaban una gafas en 3D y entrabas en el mundo de Klimt. Realmente increíble.
Y después de esa tremenda excursión nada mejor que una buena hamburguesa junto a los amigos. En definitiva, una excursión de 10.
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